jueves, 25 de agosto de 2011

Lo que pasa por dentro






Yo parezco seria pero no lo soy. Me río mucho por dentro, porque no me gusta ir derrochando risas así como así, ni entregarle carcajadas al primero que me lo pide. La mayoría de las cosas no son lo que parecen. Por ejemplo, mi madre suele decirle a mi padre:



- Puestos a barrer, creo que hoy voy a barrer la habitación con la vista. Mañana te toca a ti.



Así termina enseguida, pero la habitación sigue igual. Por eso sé que una cosa es lo que dice y otra lo que quiere decir. Aunque no entienda muy bien esto último. Para entenderlo tengo que preguntárselo y para saber si soy seria o no también tienes que preguntármelo. No te puedes fiar de las apariencias.



Hay cosas que pides y que no te lo pueden traer los Reyes Magos. Bueno, ni siquiera puede envolverse. Cuando tiro el vaso de agua le pido perdón a papi o a mami y ellos me lo dan enseguida. No me lo guardo, porque no sé muy bien qué puedo hacer con un perdón. Pero cuando les pido permiso les cuesta mucho más. Hace un mes que les pedí permiso para traer el perrito San Bernardo que quiere darme Marta, porque su madre no se lo deja tener más en casa, pero ninguno de los dos me lo ha concedido.Puedo ahorrar para unos patines, pero no puedo ahorrar para un permiso, porque mis padres dicen que no lo conseguiré “ni por todo el oro del mundo”, así que es inútil. Mi amiga Marta dice que a ella el permiso se lo dan si llora lo suficiente, pero como yo me río tanto por dentro, me cuesta mucho hacer las dos cosas a la vez.



Manuel es el hermano de Marta y siempre está serio. Pero eso no quiere decir que sea serio. Yo le pregunté si se estaba riendo por dentro y él me dijo que no. Que él estaba serio por fuera y enfadado por dentro. Ves. Igual piensas que Manuel es serio y en realidad es un gruñón. Si no se lo preguntas es posible que no te enteres.



Ni cuando estoy escuchando música, ni cuando me estoy riendo para mí, me gusta que me molesten. Si me preguntan en ese momento qué hago, respondo: “Nada”, porque si lo explico la risa se me escapa.



Cuando mi padre está muy, muy serio, mi madre quiere saber por qué y entonces le pregunta, pero él responde lo mismo que yo: "Nada", y así los dos se quedan calladitos mucho tiempo, disfrutando de las cosas que tienen en la barriguita o en otro sitio del cuerpo. Yo la guardo en mi barriga. Si me troncho de risa por dentro tengo que sujetármela porque es como si toda la risa estuviera cabalgando sobre un caballo desbocado.

Después de un tiempo así, mi padre pone cara de dolor y comienza a sujetarse la barriga y mi madre pone la misma cara pero, en cambio, ella prefiere sujetarse la cabeza.



Yo no le pregunto a Marta si trae bocadillos de mortadela en su mochila porque mi madre me ha dicho que tengo que esperar a que me lo diga, igual que ella hace con papá: esperar. Pero la madre de Marta no le tiene prohibido que me pregunte si me estoy riendo por dentro. Y ella lo hace a menudo. Y cuando le digo que sí, comienza a reírse a carcajadas, por dentro y por fuera, porque dice que tengo una risa interior muy contagiosa.

5 comentarios:

  1. Qué bonito... :) me ha encantado esa niña, ojalá hubiera más así!

    ResponderEliminar
  2. Pues yo creo que son un poco así todas, hasta que en algún momento, al igual que pasa con la respiración, se empieza a cambiar. Habrá que recuperarla en uno mismo.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, me acabas de arrancar una sonrisa...

    ResponderEliminar
  4. Gracias a ti por la visita.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Es muy tierno, querido Walden. Un beso!

    ResponderEliminar